PRESIDENTE SECUESTRADO
Autor: Eduardo Ibarra Aguirre.
Publicado el 9-11-2006 en ARGENPRESS
Al sexenio que enhorabuena sólo le restan 20 días para concluir, Vicente Fox Quesada le estampó el sello de la confrontación con el Congreso de la Unión desde el 1 de diciembre de 2000.
Es de antología, la de la frivolidad y la ignorancia, que las primeras palabras que pronunció como presidente de la República las dirigió a sus vástagos: Vicente, Ana Cristina, Paulina y Rodrigo Fox de la Concha.
Saludados los hijos adoptivos como si estuvieran en reunión familiar, el titular del Ejecutivo Federal se dio tiempo para regañar, casi a gritos, a los senadores y diputados que coreaban:
-¡Juárez! ¡Juárez! ¡Juárez!
-Sí, señores: Juárez, Juárez, Juárez -les contestó burlón-.
Seis años después, el demagogo presidencial más destacado, costoso y cómico en la casi bicentenaria historia independiente del país, se enfrasca en un pleito con el Legislativo -en cadena nacional y tan gratuito como innecesario- porque no lo autorizó a realizar un visita de Estado a Australia, donde casualmente vive Paulina y quien pronto lo hará abuelo, y a la XIV Cumbre del Mecanismo de Cooperación Económica Asia-Pacífico, a realizarse en Hanoi, capital de la República Socialista de Vietnam.
Era el último de los innúmeros viajes presidenciales, rodeado de familiares como acostumbra para que éstos hagan negocios particulares, como ni siquiera se atrevió a hacerlo Luis Echeverría Alvarez, el de los aviones de redilas cargados de intelectuales -algunos son ahora brillantes críticos del priísmo, del foxismo y del neoliberalismo- y de periodistas.
Como no le autorizó la Cámara de Diputados ausentarse del país, con el voto unánime de siete de los ocho grupos parlamentarios y la abstención de seis panistas, Fox Quesada sostiene:
“Si bajo el autoritarismo, el poder presidencial decidía todo, no podemos permitir que, en tiempos de democracia, el presidente pueda verse secuestrado por la voluntad de unos cuantos”.
La decisión “de unos cuantos” fue ratificada por el Senado y además el mitómano recurrente ocultó que el acuerdo inicial era omitir la visita de Estado (¿de ánimo, para visitar a Pau?), sostener por necesaria la participación en la cumbre de APEC, pero el cantante Gerardo Buganza Salmerón, en su condición de presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, quiso imponer la formula del “todo o nada”.
El Ejecutivo propone y el Legislativo dispone es una de las frases más socorridas y publicitadas del sexenio abundante en ellas, pero carente de la más mínima correspondencia entre el discurso y la praxis gubernamentales.
Práctica que condujo al demócrata que pierde la cabeza cuando un poder soberano le enmienda la plana, a terminar la relación institucional con el Congreso de la Unión tal y como la empezó, dilapidando recursos públicos en la confrontación, la calumnia y la difamación como armas favoritas para doblegarlo.
Pero si en seis años fracasó estrepitosamente en el faccioso empeño, ajeno por completo a cualquier demócrata auténtico, ahora es más que difícil, imposible, porque a Martha María Sahagún Jiménez y su marido, a todo el séquito familiar les faltará tiempo, aliados, recursos, abogados y fuerzas para sortear la tormenta política, ministerial y judicial que se avizora como inminente y que podría privar de la libertad a varios distinguidos integrantes.
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