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ARGENTINA: INFORME DE LA COMISIÓN NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS

ARGENTINA: INFORME DE LA COMISIÓN NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS

“Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a los simpatizantes, luego a los indiferentes; y por último a los tímidos” General Ibérico Saint Jean, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. 1977

INFORME DE LA COMISIÓN NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS

INDICE

PRÓLOGO
Durante la década del 70 la Argentina fue convulsionada por un terror que provenía tanto desde la extrema derecha como de la extrema izquierda, fenómeno que ha ocurrido en muchos otros países. Así aconteció en Italia, que durante largos años debió sufrir la despiadada acción de las formaciones fascistas, de las Brigadas Rojas y de grupos similares. Pero esa nación no abandonó en ningún momento los principios del derecho para combatirlo, y lo hizo con absoluta eficacia, mediante los tribunales ordinarios, ofreciendo a los acusados todas las garantías de la defensa en juicio; y en ocasión del secuestro de Aldo Moro, cuando un miembro de los servicios de seguridad le propuso al General Della Chiesa torturar a un detenido que parecía saber mucho, le respondió con palabras memorables: «Italia puede permitirse perder a Aldo Moro. No, en cambio, implantar la tortura » .
No fue de esta manera en nuestro país: a los delitos de los terroristas, las Fuerzas Armadas respondieron con un terrorismo infinitamente peor que el combatido, porque desde el 24 de marzo de 1976 contaron con el poderío y la impunidad del Estado absoluto, secuestrando, torturando y asesinando a miles de seres humanos.
Nuestra Comisión no fue instituída para juzgar, pues para eso estan los jueces constitucionales, sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de estos años aciagos de la vida nacional. Pero, después de haber recibido varios miles de declaraciones y testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y, si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no podemos callar ante lo que hemos oído, leído y registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo que pueda considerarse como delictivo para alcanzar la tenebrosa categoría de los crímenes de lesa humanidad. Con la técnica de la desaparición y sus consecuencias, todos los principios éticos que las grandes religiones y las más elevadas filosofías erigieron a lo largo de milenios de sufrimientos y calamidades fueron pisoteados y bárbaramente desconocidos.
Son muchísimos los pronunciamientos sobre los sagrados derechos de la persona a través de la historia y, en nuestro tiempo, desde los que consagró la Revolución Francesa hasta los estipulados en las Cartas Universales de Derechos Humanos y en las grandes encíclicas de este siglo. Todas las naciones civilizadas, incluyendo la nuestra propia, estatuyeron en sus constituciones garantías que jamás pueden suspenderse, ni aun en los más catastróficos estados de emergencia: el derecho a la vida, el derecho a la integridad personal, el derecho a proceso; el derecho a no sufrir condiciones inhumanas de detención, negación de la justicia o ejecución sumaria.
De la enorme documentación recogida por nosotros se infiere que los derechos humanos fueron violados en forma orgánica y estatal por la represión de las Fuerzas Armadas. Y no violados de manera esporádica sino sistemática, de manera siempre la misma, con similares secuestros e idénticos tormentos en toda la extensión del territorio. ¿Cómo no atribuirlo a una metodología del terror planificada por los altos mandos? ¿Cómo podrían haber sido cometidos por perversos que actuaban por su sola cuenta bajo un régimen rigurosamente militar, con todos los poderes y medios de información que esto supone? ¿Cómo puede hablarse de «excesos individuales»? De nuestra información surge que esta tecnología del infierno fue llevada a cabo por sádicos pero regimentados ejecutores. Si nuestras inferencias no bastaran, ahí están las palabras de despedida pronunciadas en la Junta Interamericana de Defensa por el jefe de la delegación argentina, General Santiago Omar Riveros, el 24 de enero de 1980: «Hicimos la guerra con la doctrina en la mano, con las órdenes escritas de los Comandos Superiores» . Así, cuando ante el clamor universal por los horrores perpetrados, miembros de la Junta Militar deploraban los «excesos de la represión, inevitables en una guerra sucia» , revelaban una hipócrita tentativa de descargar sobre subalternos independientes los espantos planificados.
Los operativos de secuestro manifestaban la precisa organización, a veces en los lugares de trabajo de los señalados, otras en plena calle y a la luz del día, mediante procedimientos ostensibles de las fuerzas de seguridad que ordenaban «zona libre» a las comisarías correspondientes. Cuando la víctima era buscada de noche en su propia casa, comandos armados rodeaban la manzanas y entraban por la fuerza, aterrorizaban a padres y niños, a menudo amordazándolos y obligándolos a presenciar los hechos, se apoderaban de la persona buscada, la golpeaban brutalmente, la encapuchaban y finalmente la arrastraban a los autos o camiones, mientras el resto de comando casi siempre destruía o robaba lo que era transportable. De ahí se partía hacia el antro en cuya puerta podía haber inscriptas las mismas palabras que Dante leyó en los portales del infierno: «Abandonad toda esperanza, los que entrais» .
De este modo, en nombre de la seguridad nacional, miles y miles de seres humanos, generalmente jóvenes y hasta adolescentes, pasaron a integrar una categoría tétrica y fantasmal: la de los Desaparecidos. Palabra - ¡triste privilegio argentino! - que hoy se escribe en castellano en toda la prensa del mundo.
Arrebatados por la fuerza, dejaron de tener presencia civil. ¿Quiénes exactamente los habían secuestrado? ¿Por qué? ¿Dónde estaban? No se tenía respuesta precisa a estos interrogantes: las autoridades no habían oído hablar de ellos, las cárceles no los tenían en sus listas, la justicia los desconocía y los habeas corpus sólo tenían por contestación el silencio. En torno de ellos crecía un ominoso silencio. Nunca un secuestrador arrestado, jamás un lugar de detención clandestino individualizado, nunca la noticia de una sanción a los culpables de los delitos. Así transcurrían días, semanas, meses, años de incertidumbres y dolor de padres, madres e hijos, todos pendientes de rumores, debatiéndose entre desesperadas expectativas, de gestiones innumerables e inutiles, de ruegos a influyentes, a oficiales de alguna fuerza armada que alguien les recomendaba, a obispos y capellanes, a comisarios. La respuesta era siempre negativa.
En cuanto a la sociedad, iba arraigándose la idea de la desprotección, el oscuro temor de que cualquiera, por inocente que fuese, pudiese caer en aquella infinita caza de brujas, apoderándose de unos el miedo sobrecogedor y de otros una tendencia consciente o inconsciente a justificar el horror: «Por algo será» , se murmuraba en voz baja, como queriendo así propiciar a los terribles e inescrutables dioses, mirando como apestados a los hijos o padres del desaparecido. Sentimientos sin embargo vacilantes, porque se sabía de tantos que habían sido tragados por aquel abismo sin fondo sin ser culpable de nada; porque la lucha contra los «subversivos» , con la tendencia que tiene toda caza de brujas o de endemoniados, se había convertido en una represión demencialmente generalizada, porque el epiteto de subversivo tenía un alcance tan vasto como imprevisible. En el delirio semántico, encabezado por calificaciones como «marxismo-leninismo» , «apátridas» , «materialistas y ateos» , «enemigos de los valores occidentales y cristianos» , todo era posible: desde gente que propiciaba una revolución social hasta adolescentes sensibles que iban a villas-miseria para ayudar a sus moradores. Todos caían en la redada: dirigentes sindicales que luchaban por una simple mejora de salarios, muchachos que habían sido miembros de un centro estudiantil, periodistas que no eran adictos a la dictadura, psicólogos y sociólogos por pertenecer a profesiones sospechosas, jóvenes pacifistas, monjas y sacerdotes que habían llevado las enseñanzas de Cristo a barriadas miserables. Y amigos de cualquiera de ellos, y amigos de esosamigos, gente que había sido denunciada por venganza personal y por secuestrados bajo tortura. Todos, en su mayoría inocentes de terrorismo o siquiera de pertenecer a los cuadros combatientes de la guerrilla, porque éstos presentaban batalla y morían en el enfrentamiento o se suicidaban antes de entregarse, y pocos llegaban vivos a manos de los represores.
Desde el momento del secuestro, la víctima perdía todos los derechos; privada de toda comunicación con el mundo exterior, confinada en lugares desconocidos, sometida a suplicios infernales, ignorante de su destino mediato o inmediato, susceptible de ser arrojada al río o al mar, con bloques de cemento en sus pies, o reducida a cenizas; seres que sin embargo no eran cosas, sino que conservaban atributos de la criatura humana: la sensibilidad para el tormento, la memoria de su madre o de su hijo o de su mujer, la infinita verguenza por la violación en público; seres no sólo poseídos por esa infinita angustia y ese supremo pavor, sino, y quizás por eso mismo, guardando en algún rincón de su alma alguna descabellada esperanza.
De estos desamparados, muchos de ellos apenas adolescentes, de estos abandonados por el mundo hemos podido constatar cerca de nueve mil. Pero tenemos todas las razones para suponer una cifra más alta, porque muchas familias vacilaron en denunciar los secuestros por temor a represalias. Y aun vacilan, por temor a un resurgimiento de estas fuerzas del mal.
Con tristeza, con dolor hemos cumplido la misión que nos encomendó en su momento el Presidente Constitucional de la República. Esa labor fue muy ardua, porque debimos recomponer un tenebrosos rompecabezas, después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrado liberadamente todos los rastros, se ha quemado toda documentación y hasta se han demolido edificios. Hemos tenido que basarnos, pues, en las denuncias de los familiares, en las declaraciones de aquellos que pudieron salir del infierno y aun en los testimonios de represores que por oscuras motivaciones se acercaron a nosotros para decir lo que sabían.
En el curso de nuestras indagaciones fuimos insultados y amenazados por los que cometieron los crímenes, quienes lejos de arrepentirse, vuelven a repetir las consabidas razones de «la guerra sucia» , de la salvación de la patria y de sus valores occidentales y cristianos, valores que precisamente fueron arrastrados por ellos entre los muros sangrientos de los antros de represión. Y nos acusan de no propiciar la reconciliación nacional, de activar los odios y resentimientos, de impedir el olvido. Pero no es así: no estamos movidos por el resentimiento ni por el espíritu de venganza; sólo pedimos la verdad y la justicia, tal como por otra parte las han pedido las iglesias de distintas confesiones, entendiendo que no podrá haber reconciliación sino después del arrepentimiento de los culpables y de una justicia que se fundamente en la verdad. Porque, si no, debería echarse por tierra la trascendente misión que el poder judicial tiene en toda comunidad civilizada. Verdad y justicia, por otra parte, que permitirán vivir con honor a los hombres de las fuerzas armadas que son inocentes y que, de no procederse así, correrían el riesgo de ser ensuciados por una incriminación global e injusta. Verdad y justicia que permitirán a esas fuerzas considerarse como auténticas herederas de aquellos ejércitos que, con tanta heroicidad como pobreza, llevaron la libertad a medio continente.
Se nos ha acusado, en fin, de denunciar sólo una parte de los hechos sangrientos que sufrió nuestra nación en los últimos tiempos, silenciando los que cometió el terrorismo que precedió a marzo de 1976, y hasta, de alguna manera, hacer de ellos una tortuosa exaltación. Por el contrario, nuestra Comisión ha repudiado siempre aquel terror, y lo repetimos una vez más en estas mismas páginas. Nuestra misión no era la de investigar sus crimenes sino estrictamente la suerte corrida por los desaparecidos, cualesquiera que fueran, proviniesen de uno o de otro lado de la violencia. Los familiares de las víctimas del terrorismo anterior no lo hicieron, seguramente, porque ese terror produjo muertes, no desaparecidos. Por lo demás el pueblo argentino ha podido escuchar y ver cantidad de programas televisivos, y leer infinidad de artículos en diarios y revistas, además de un libro entero publicado por el gobierno militar, que enumeraron, describieron y condenaron minuciosamente los hechos de aquel terrorismo.
Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado.

ADVERTENCIA

CAPÍTULO I

LA ACCIÓN REPRESIVA
A. Introducción general
B. El secuestro

Incursión de los secuestradores o «patota» en los domicilios. Nocturnidad. Anonimato
Luz verde (o «Area Liberada»)
Secuestros en presencia de niños
Rehenes y «ratonera»
El botín de guerra
Torturas en el domicilio de la víctima
Conclusión del operativo secuestro
Tabicamiento

C. Torturas
D.Centros Clandestinos de Detención (C. C.D)

Consideraciones Generales
Emplazamiento de los C.C.D.
Condiciones de vida en los Centros de Detención
Tabicamiento
A cada prisionero se le asignaba un número
La Tortura
Personal
La alimentación
Estado sanitario
La higiene
Traslados
Antisemitismo
Colaboración de prisioneros
Descripción de los Centros Clandestinos de Detención
«Base Aérea Mar del Plata»
«Brigada de Investigaciones de San Justo» (LRD)
«Brigada de Investigaciones de Las Flores» (LRD)
«Brigada de Investigaciones de Resistencia» - Chaco (LRD)
«C.C.D. en la Vll Brigada Aérea de Morón» (LRD)
«Pozo de Banfield» (LRD)
«Brigada de San Nicolás» (LRD)
«Pozo de Quilmes» o «Chupadero Malvinas» (LRD)
«Club Atlético» (LRD)
«Casa del Cilindro» (LRD)
«La Casona» (LRD)
«El Reformatorio» - Tucumán (LRD)
«Fábrica de Armas de Rosario» (LRD)
«C.O.T. I Martínez» (Centro de Operaciones Tácticas) (LRD)
«Compañía de Comunicaciones de Montada» (LRD)
«Comisaría 5° de La Plata» (LRD)
«El Motel» (LRD)
«El Embudo» (LRD)
«Escuelita» - Bahía Blanca (LRD)
Fábrica Militar de Armas «Domingo Matheu» (LRD)
«Escuelita de Famaillá» (LRD)
«Los Conventillos de Fronterita» - Ingenio Fronterita
«Guardia de Seguridad de Infantería» (LRD)
«GADA E 101» - Ciudadela (LRD)
«Ingenio Nueva Baviera» (LRD)
«Ex Ingenio Lules» (LRD)
«Monte Pelone» (LRD)
«Comisaría 4°» - Mar del Plata (LRD)
«Automotores Orletti» (LRD)
«Delegación Regional de la Policía Federal de Azul»
«Planta Transmisora Los Plátanos» (LRD)
«Puesto Vasco» (LRD)
«Destacamento Batán» - Mar del Plata
«Comisaría Trenque Lauquen» (LRD)
«La Ribera» (LRD)
«Sheraton» (LRD)
«Superintendencia de Seguridad Federal»
«Departamento 2 de Inteligencia» (Policía de Mendoza) (LRD)
«Campo de Mayo» (LRD)
«Jefatura Central de Policía» - Tucumán (LRD)
«Compañía de Arsenales Miguel de Azcuénaga» (LRD)
«Vesubio» (LRD)
«Comisaría N° 3 Morón» (LRD)
«Dique San Roque» (LRD)
«Hospital Posadas» (LRD)
«La Huerta» - Tandil
«Hospital Militar de Campo de Mayo»
«Comando Radioeléctrico» (LT)
«La Escuelita» - Neuquén (LRD)
«Regimiento N° 29 de Infantería de Monte» (LRD)
«Batallón 121» - Provincia de Santa Fe (LRD)
«Quinta de Seré» (LRD)
«Brigada N° 2 de Investigaciones de Lanús» (LRD)
«Guerrero» - Provincia de Jujuy (LRD)
«Escuela de Educación Física de la Universidad de Tucumán» (LRD)
«El Refugio» - Provincia de Mendoza (LRD)
«El Chalecito» - Provincia de Mendoza (LRD)
«Hípico» - Goya, Provincia de Corrientes (LRD)
«Destacamento Policial de la Capilla de San Antonio» (LT)
«Centro Clandestino de Detención en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada»
El Grupo de Tareas 3.3.2
Estructura de Grupo de Tareas
a) Inteligencia
b) Operaciones
c) Logística
Guardias
La actividad del centro clandestino
El llamado «proceso de recuperación»
«Mini Staff» y «Staff»
La situación de las embarazadas: un capítulo aparte
Secuestros de familiares en la Iglesia de Santa Cruz
«El Traslado»
Registro de Secuestrados y Archivo de la Documentación
Falsificación de Documentación
Centro Piloto de París

Centros Clandestinos de Detención dependientes de la Fuerza Aérea

Brigada Aérea de Morón
Hospital Posadas
Quinta de Seré
Superintendencia de Seguridad Federal
Campo clandestino de detención «El Atlético» o «el club» o «el club atlético»
El Banco
El Olimpo

Principales centros clandestinos de detención del circuito jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires

El Vesubio
Sheraton (o Embudo)
Campo de Mayo
Centros Candestinos de Detención de Las Flores - Monte Pelone - Olavarría
Centros Clandestinos de Detención en Mar del Plata

Centros Clandestinos de Detención en jurisdicción de II Cuerpo de Ejército

Chaco
Goya
Formosa
«La Escuelita»
Misiones

Centros Clandestinos de Detención en Santa Fe

Brigada de Investigaciones
Guardia de Infantería Reforzada
Comisaría IV
Centros Clandestinos de Detención en Rosario
Fábrica Militar de Armas Portátiles «Domingo Matheu»

Centros Clandestinos de Detención de la Provincia de Córdoba

La Ribera
La Perla
Casa de la Dirección General de Hidráulica de Dique San Roque
Unidad Penitenciaria N° 1
División de Informaciones de la Policía Provincial (D2)
Procedimientos de la CONADEP en Córdoba
Malagueño
La Ribera
Casa de Hidráulica

Centros clandestinos de detención en la provincia de Mendoza

Liceo Militar General Espejo
VIII Brigada de Infantería de Montaña
Campo Los Andes
Las Comisarías
Palacio Policial (D - 2)
La Penitenciaria

Centros Clandestinos de Detención de la Provincia de Tucumán

Centros Clandestinos de Detención en la Provincia de Jujuy

Circuito Sur. V Cuerpo de Ejército

F. La muerte como arma política. El exterminio

Fusilamientos en masa
«El Pozo» o en la «Loma del Torito»
1) Testimonio de Gustavo Adolfo Ernesto Contemponi y Patricia Astelarra - Legajo N° 4452
2) Testimonio de José Julián Solanille - Legajo N° 1568
3) Procedimiento de excavación en «Loma del Torito» - Legajo N° 1568
4) Testimonio de Julio César Pereyra - Legajo N° 3801
5) Testimonio de Ernesto Facundo Urien - Legajo N° 4612
6) Testimonio de José María Domínguez
7) Testimonio de Carlos Beltrán - Legajo N° 4213
Fusilamiento en Quilmes
Muertos en «enfrentamiento armado»
Desaparición y muerte de Ricardo Adrián Pérez y María G. Esther Cubas de Pérez - Legajo N° 32
Muertos en «intento de fuga» - Legajo N° 6131
Lanzamiento de detenidos al mar
Otras técnicas de eliminación del cuerpo material: La incineración y la inmersión
El Cementerio de «La Chacarita» guarismos que merecen un análisis - Legajo N° 6983
Desaparición y muerte de Jacobo Chester - Legajo N° 1333
Desaparición y muerte de Floreal Edgardo Avellaneda - Legajo N° 1639
Hallazgo en San Pedro, Provincia de Buenos Aires - Legajo N° 1296
«Los cadáveres no se entregan...»
Denuncia sobre inhumaciones clandestinas en La Plata
Denuncia sobre la existencia de tumbas N.N. en Moreno
Exhumación de cadáveres N.N. en el Cementerio de Rafael Calzada
Denuncias sobre entierros clandestinos en el Cementerio de San Martín
Exhuman cadáveres en el Cementerio de Grand Bourg
Inhumaciones irregulares realizadas en el Cementerio de Avellaneda - Legajo N° 7316
Fosas comunes an el Cementerio de San Vicente - Legajo N° 1420
Por qué la desaparición de los cadáveres

G. El compromiso de impunidad

Secuestro de los Dres. Hipólito Solari Irigoyen y Mario A. Amaya
Calvario del Dr. Rafael Perrota
El periodista Jacobo Timmerman
La joven Adriana Landaburu
La diplomática Elena Holmberg y el publicista Marcelo Dupont
Los políticos uruguayos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz
El profesor Alfredo Bravo

H. Represores y esquemas represivos
I. Sobre actitudes de algunos miembros de la Iglesia
J. Cuestionarios remitidos a ex funcionarios del gobierno de facto
K. La coordinación represiva en Latinoamérica

Testimonio de Osiris Irineo Ayala - Legajo N° 6364
Testimonio de Matilde Artes Company, madre y abuela de las desaparecidas Graciela Antonia Rutilo Artes y Carla Graciela Rutilo Artes -Legajo N° 6333 y 7243
Desaparición de Claudio Ernesto Logares, Mónica Sofía Grispón de Logares y Paula Eva Logares - Legajos Nros. 1982, 1983, 1984
Desaparición de Aída Celia Sanz Fernández y Elsa Fernández de Sanz - Legajo N° 7162 y 7227
Denuncia de Enrique Rodríguez Larreta Piera - Legajo N° 2539
Denuncia de Alberto Illarzen y su cónyuge - Legajo N° 4076
Denuncia de Washington Rodríguez - Legajo N° 4085
Conclusión sobre el eslabonamiento internacional represivo

L. Documentación
LL. Registro de detenidos desaparecidos

Documentos que registran la existencia de centros clandestinos de detención
Actas de procedimientos
Falsificación de documentación
Actas de bienes retirados del domicilio de las víctimas
Adulteración de documentos

M. El lucro de la represión

Desaparición del Dr. Rafael A. Perrota - Legajo N° 1222
Desaparición del Sr. Federico Manuel Vogelius - Legajo N° 7550
Desaparición del Sr. Juan Carlos Rossi - Legajo N° 1948
Desaparición de María Cristina Lennie - Legajo N° 7382
Desaparición de Carlos Alberto Mazza - Legajo N° 2883
Desaparición de María Esther Ravelo de Vega - Legajo N° 3223
Desaparición de Marí Elena Nuñez - Legajo N° 1632
Caso Gómez Cerutti - Palma (Legajo N° 224, 543, 749)
Testimonio de Nilda Noemí Actis Goretta - Legajo N° 6321
Testimonio de Silvio Octavio Viotti
Testimonio de Silvio Octavio Viotti (hijo)
Testimonio de María Dora Turra de Rojas

CAPÍTULO II

VÍCTIMAS

Advertencia
Gráfico de desaparecidos según sexo
Gráfico de desapariciones

A. Niños desaparecidos y embarazadas

Nacimientos en cautiverio
El Hospital Campo de Mayo
Las Familias - Las Abuelas
Secuela en los niños
La identificación

B. Adolescentes

Los más chicos
Una carta a la CONADEP (Legajo N° 3338)
Esperaban un hijo
Estudiantes secundarios
El recuerdo de los liberados
El recuerdo de un padre

C. La familia como víctima

Los familiares - Rehenes
Familias desaparecidas
Detenciones conjuntas
Personas mayores de 55 años que permanecen desaparecidas
Los que pudieron contar su experiencia
Algunas reflexiones finales

D. La represión no respetó inválidos ni lisiados

E. Religiosos

Profesión de fe cristiana de los militantes frente al anticristianismo de la represión
Víctimas
El caso de Padres Palotinos
El caso del Obispo de La Rioja, Monseñor Enrique Angelelli y de los sacerdotes de Chamical, Gabriel Longueville y Carlos de Dios Murias
El caso del Obispo de San Nicolás de los Arroyos, Monseñor Doctor Carlos H. Ponce de León
Laicos

F. Conscriptos

Modalidades de detención
El denominador común de todas las respuestas oficiales: la deserción

G. Desaparición de periodistas

Desaparición de Hector Ernesto Demarchi - Legajo N° 802
Desaparición de Enrique Raab - Legajo N° 276
Desaparición de Haroldo Pedro Conti - Legajo N° 77
Desaparición de Rodolfo Jorge Walsh - Legajo N° 2587

Periodistas desaparecidos

H. Gremialistas

Desapariciones en el medio laboral agrario
Las religiosas francesas: Sor Alice Domon y Sor Leonie Duquet
El premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel
El secuestro y desaparición de Dagmar Hagelin

CAPÍTULO III

EL PODER JUDICIAL DURANTE EL PERÍODO EN QUE SE CONSUMÓ LA DESAPARICIÓN FORZADA DE PERSONAS

Desaparición de Laura Noemí Creatore - Legajo N° 107 y de Carlos Hugo Capitman - Legajo N° 3795
Testimonios de Ramón Miralles - Legajo N° 3757
Testimonio de Juan Ramón Nazar - Legajo N° 1557
Inhumación irregular de cadáveres por la Morgue Judicial de la Capital Federal - Legajo N° 7188
El sumario administrativo

A. El hábeas corpus

Desaparición del Dr. Santiago Augusto Díaz - Legajo N° 1252
Desaparición de Jorge Daniel Collado - Legajo N° 230

B. Detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional

Desaparición de Guillermo Oscar Segalli - Legajo N° 2456
Desaparición de Carlos Ignacio Boncio - Legajo N° 666
Denuncia por la desaparición del Dr. Dardo Francisco Molina - Legajo N° 6171
Testimonio de Alcides Antonio Chiesa - Legajo N° 634
Testimonio de Rubén Víctor Saposnik - Legajo N° 1906
Testimonio de Gustavo Caraballo - Legajo N° 4206

C. La desaparición de abogados

Testimonio de la Dra. Liliana María Andrés sobre su secuestro y desaparición de su esposo, el Dr. Daniel Víctor Antokoletz - Legajo N° 1386
Desaparición del Dr. Guillermo Augusto Miguel - Legajo N° 5392
Desaparición del Dr. Abdala Auad - Legajo N° 1089
Desaparición y muerte del Dr. Norberto Oscar Centeno - Legajo N° 7289
Desaparición y muerte del Dr. Guillermo Raúl Díaz Lestrem - Legajo N° 2161

D. Allanamiento de las sedes de los organismos defensores de los derechos humanos

Detención y procesamiento de miembros del Centro de Estudios Legales y Sociales - Legajo N° 7418

E. La solidaridad internacional

Abogados desaparecidos
Listado de personas detenidas - desaparecidas vistas al tiempo que eran rechazados los habeas corpus interpuestos en su favor en los Juzgados en lo criminal de Instrucción de la Capital Federal

CAPÍTULO IV

CREACIÓN Y ORGANIZACIÓN DE LA COMISIÓN NACIONAL SOBRE LA DESAPARICIÓN DE PERSONAS

Otros aspectos de la labor desplegada por la Comisión Nacional sobre la desaparición de personas
Listado de procedimientos de constatación en lugares señalados como Centros Clandestinos de Detención
Capital Federal
Provincia de Buenos Aires
Córdoba
Tucumán
Mendoza
Formosa
Santa Fe
Tareas realizadas por el Departamento de Computación
Elevaciones a los magistrados judiciales

CAPÍTULO V

EL RESPALDO DOCTRINARIO DE LA REPRESIÓN

CAPÍTULO VI

RECOMENDACIONES

CONCLUSIONES

  • Listado de Represores por Fuerza en la que se desempeñaron
  • Imputados en el juicio en España
  • Lista parcial de integrantes de la organización criminal organizada por la Marina Argentina y que dirigió la ESMA.
    -Entregada por Scilingo al Juez Garzón
  • Lista de Militares Imputados en Violaciones a los DDHHPor Madres de Plaza de Mayo, sección Tucumán
  • Información de The Vanished Gallery sobre los responsables Incluye la lista de la CONADEP. En inglés
  • Estudiantes e Instuctores Argentinos de la Escuela de las Américas
    -Muchos de ellos han cometido graves violaciones a los derechos humanos.
  • Foto de portada: El Papa Juan Pablo II con el General Galtieri y el Almirante Jorge Anaya, en su visita a la Argentina durante la guerra de las Malvinas. Archivo Presidencia de la nación

    4 comentarios

    A Sergio -

    Si observa bien, al final, van los capítulos con su correspondiente enlace. O dicho para no habituados a internet: si pincha en los nombres de los capítulos que están en azul, y subrayados, se abrirá capítulo a capítulo, la web donde está publicado el informe completo.

    Saludos

    Sergio -

    ¿Dónde puedo encontar el texo completo de la comisión?
    Gracias

    Atenco a Victoria -

    Le ruego escriba respetando la ortografía por respeto a los que nos molestamos en escribir y leer aquí.
    Gracias anticipadas

    victoria -

    ta guena la pag, que pode mandar info a mi ismael??? kiri??? dale pue!!!!